Óscar Vales es la cara que se esconde detrás de la firma de ropa Vazva. Con apenas treinta años vio lo peor de la crisis y aprendió de sus errores para sacar adelante una marca que rezuma surf y que factura al cabo del año un millón de euros.
La historia de Óscar Vales, el fundador de la marca de ropa Vazva, arranca hace más de una década en las playas de California. Con apenas 22 años y la carrera de Administración y Dirección de Empresas recién acabada, este coruñés se colgó la mochila al hombro y se fue a vivir a la Costa Oeste. En las playas de Santa Bárbara Óscar se contagió del espíritu americano y en su cabeza empezó a bullir una idea que conectaba sus dos pasiones: el surf y la moda. Lo que empezó siendo un sueño cobró forma a su regreso a España, aupado por el buen momento económico que atravesaba el país a principios del 2005. «Vi claro que aquí había un nicho de mercado y monté mi primera tienda en el Orzán. En ese momento el pastel era muy grande y facturaba mucho», recuerda este empresario, que empujado por el éxito del negocio no tardó en abrir nuevas tiendas. En 2010 estrenó una nueva sucursal en La Coruña, al año siguiente en Vigo y después en Santiago. Vazva tenía en ese momento una plantilla con treinta empleados, a los que la crisis golpeó de lleno.
El revés de la crisis
La clave, la autocrítica
La clave, la autocrítica
«Las cosas empezaron a ir mal y tuvimos que cerrar una tienda, y luego otra... Lo pasamos fatal, pero aprendes que los crecimientos tienen que ser sostenibles», revela este joven coruñés, que no tiene problemas en hacer balance de sus errores. «Fue culpa de la crisis y también de mi gestión, le vi las orejas al lobo y menos mal que entró la inversión de una financiera», explica seguro de que aprender a levantarse es básico en este negocio. En su caso, Óscar Vales optó por reinventarse y modificó su idea empresarial para salir a flote. Descubrió que el secreto estaba en sacar al mercado colecciones mensuales, en renovar continuamente su oferta al igual que hacen las grandes cadenas textiles.
Ahora Vazva diseña y vende —no fabrica, aunque la mayoría de sus prendas tienen factura española o portuguesa— y ofrece al público productos streetwear a precios asequibles. Su ropa rezuma surf, skate y música, un cóctel que parece funcionar. En la actualidad, Vazva tiene una docena de empleados, además de una cadena de agentes y diseñadores freelance. La marca posee tiendas propias y otras casi 40 en las que vende sus mercancías por toda España y Portugal.
Analizando el presente de su empresa, Vales considera que la situación económica sigue siendo complicada y que Vazva sale adelante porque «estamos dando algo que no da nadie». Pero detrás de este éxito hay muchas horas diarias de trabajo y una sensación continua de vértigo, «con la que me levanto todos los días». «Trabajo como un animal, pero ahora lo hago de una manera más organizada y también he aprendido a disfrutar más de lo que voy consiguiendo», afirma. Alejado de la imagen prototípica de emprendedor de éxito, Óscar se sacude los clichés y aclara que una empresa es sinónimo de problema y que «los cañonazos del banco» son una constante. Como fórmula para neutralizar los envites del día a día apuesta por «leer mucho, formarse y ser crítico con uno mismo».
Vales tiene ahora entre manos una empresa que factura alrededor de un millón de euros al año, con una cartera de un centenar de clientes mayoristas que se trasladan habitualmente al showroom de La Coruña para ver sus colecciones. Ha triunfado, consciente de que el sueño americano empieza por creer en uno mismo.