Esta parece ser la
disyuntiva que se abre ante la inclusión del agua, ese bien tan preciado —solo
el 2,5% del planeta es agua dulce—, como nueva commodity (productos
o bienes básicos) en el mercado de futuros, como el oro o el trigo. El agua se
someterá desde ahora a una gestión regida por la lógica del mercado que para
muchos es invitación a la especulación y para otros, la única garantía de
preservación cuando escasea.
El líquido elemento
comenzó a cotizar la semana pasada en el mercado de futuros de
materias primas de Wall Street debido a su escasez. Dicho
indicador se basa en los precios de los futuros del agua en el Estado de
California (oeste de EE UU), que el día 7 cotizaba a unos 40 centavos, casi
medio dólar, por metro cúbico, una cantidad desorbitada en comparación con los
dos céntimos de euro que pagan los regantes del valle del Ebro.
El país norteamericano
es el segundo consumidor mundial tras China; el crecimiento demográfico y el
desarrollo económico acelerado explican también su escasez y su carestía.
“Con cerca de dos
tercios de la población mundial expuesta a escasez de agua en 2025, su falta
representa un riesgo creciente para empresas y comunidades alrededor del mundo.
De hecho, el 75% del agua que se consume hoy en California, el Estado que más
agua consume del país, se usa para irrigar los nueve millones de acres de
cosechas existentes. El porcentaje es similar al de España.
Inquietud en organizaciones medioambientales
Si uno de los
objetivos del mercado de futuros es minimizar en lo posible la volatilidad de
materias primas expuestas a imponderables (una sequía, un incendio o cualquier
catástrofe natural), y amarrar su precio a unos límites previsibles, el del
agua se prevé que pueda contribuir a reducir los conflictos derivados de su
distribución, pues supuestamente se habrá pactado un precio antes de cualquier
contingencia negativa que pudiera encarecerla, de la sobreexplotación
industrial o agrícola a cualquier incidencia climática.
Pero poner el acento
en su escasez inquieta a organizaciones medioambientales. “La actividad de
los hedge funds [fondos de alto riesgo] que apuestan por la
escasez del agua es peligrosa. La especulación no tiene cabida en la gestión
responsable del agua, un derecho humano básico y un recurso natural fundamental
que debe ser un bien público para todos.
Es importante no
confundir valor y precio: no vale lo mismo el mínimo necesario para vivir con
dignidad que la usada para llenar una piscina. El agua no puede considerarse
una simple mercancía. Si fruto de maniobras especulativas subiera de forma
desmedida el petróleo y tuviéramos dificultades para llenar el depósito, sería
un problema, pero podremos desplazarnos a pie o en transporte público; pero si
nos falta el agua, simplemente no podremos vivir. Por eso el petróleo no es un
derecho humano y el agua sí. Lo importante del agua no es su materialidad, H₂O,
sino para qué la usamos”.
La grave crisis
alimentaria global de 2008, tras constituirse los mercados de futuros de productos
alimentarios en un refugio seguro a raíz del estallido de la
burbuja inmobiliaria y la crisis financiera, es un precedente a tener en cuenta
en el caso del agua. “Se estima que los grandes bancos invirtieron unos 320.000
millones de dólares en tiempo récord en estos mercados, alimentando un desmedido
crecimiento de precios, El trigo quintuplicó en pocos meses su precio. En
apenas tres años el precio medio de la alimentación en el mundo se incrementó
de media un 80% y del orden de 250 millones de personas engrosaron las filas
del hambre. ¿Podría pasar ahora con el agua?
Fonte: ElPaís
No hay comentarios:
Publicar un comentario