viernes, 22 de noviembre de 2019

Emprendedores galegos: Oscar Vales fundador de Vazva

Óscar Vales, en su tienda de La Coruña

Óscar Vales es la cara que se esconde detrás de la firma de ropa Vazva. Con apenas treinta años vio lo peor de la crisis y aprendió de sus errores para sacar adelante una marca que rezuma surf y que factura al cabo del año un millón de euros.


La historia de Óscar Vales, el fundador de la marca de ropa Vazva, arranca hace más de una década en las playas de California. Con apenas 22 años y la carrera de Administración y Dirección de Empresas recién acabada, este coruñés se colgó la mochila al hombro y se fue a vivir a la Costa Oeste. En las playas de Santa Bárbara Óscar se contagió del espíritu americano y en su cabeza empezó a bullir una idea que conectaba sus dos pasiones: el surf y la moda. Lo que empezó siendo un sueño cobró forma a su regreso a España, aupado por el buen momento económico que atravesaba el país a principios del 2005. «Vi claro que aquí había un nicho de mercado y monté mi primera tienda en el Orzán. En ese momento el pastel era muy grande y facturaba mucho», recuerda este empresario, que empujado por el éxito del negocio no tardó en abrir nuevas tiendas. En 2010 estrenó una nueva sucursal en La Coruña, al año siguiente en Vigo y después en Santiago. Vazva tenía en ese momento una plantilla con treinta empleados, a los que la crisis golpeó de lleno.
El revés de la crisis
La clave, la autocrítica
«Las cosas empezaron a ir mal y tuvimos que cerrar una tienda, y luego otra... Lo pasamos fatal, pero aprendes que los crecimientos tienen que ser sostenibles», revela este joven coruñés, que no tiene problemas en hacer balance de sus errores. «Fue culpa de la crisis y también de mi gestión, le vi las orejas al lobo y menos mal que entró la inversión de una financiera», explica seguro de que aprender a levantarse es básico en este negocio. En su caso, Óscar Vales optó por reinventarse y modificó su idea empresarial para salir a flote. Descubrió que el secreto estaba en sacar al mercado colecciones mensuales, en renovar continuamente su oferta al igual que hacen las grandes cadenas textiles.
Ahora Vazva diseña y vende —no fabrica, aunque la mayoría de sus prendas tienen factura española o portuguesa— y ofrece al público productos streetwear a precios asequibles. Su ropa rezuma surf, skate y música, un cóctel que parece funcionar. En la actualidad, Vazva tiene una docena de empleados, además de una cadena de agentes y diseñadores freelance. La marca posee tiendas propias y otras casi 40 en las que vende sus mercancías por toda España y Portugal.
Analizando el presente de su empresa, Vales considera que la situación económica sigue siendo complicada y que Vazva sale adelante porque «estamos dando algo que no da nadie». Pero detrás de este éxito hay muchas horas diarias de trabajo y una sensación continua de vértigo, «con la que me levanto todos los días». «Trabajo como un animal, pero ahora lo hago de una manera más organizada y también he aprendido a disfrutar más de lo que voy consiguiendo», afirma. Alejado de la imagen prototípica de emprendedor de éxito, Óscar se sacude los clichés y aclara que una empresa es sinónimo de problema y que «los cañonazos del banco» son una constante. Como fórmula para neutralizar los envites del día a día apuesta por «leer mucho, formarse y ser crítico con uno mismo».
Vales tiene ahora entre manos una empresa que factura alrededor de un millón de euros al año, con una cartera de un centenar de clientes mayoristas que se trasladan habitualmente al showroom de La Coruña para ver sus colecciones. Ha triunfado, consciente de que el sueño americano empieza por creer en uno mismo.

viernes, 15 de noviembre de 2019

El gran hermano laboral

REPORTAJE: El gran hermano laboral

La Red se ha convertido en una herramienta de control directo e indirecto de nuestro trabajo. Da igual que sea con un WhatAapp, un email, una app o con la tarjeta que fichamos. Mientras esta información viaje a un centro de datos, alguien al otro lado sabrá lo que hacemos.

En el siguiente artículo podemos ver como se controla a los riders o los comerciales de una tienda de móviles

El gran hermano laboral (El País)

El empleo en la era de los robots



Jack Ma, expresidente de Alibabá, cree que en el futuro los humanos apenas trabajaremos 12 horas a la semana. Piensa que las máquinas nos liberarán de muchas horas de labor. 

¿Destruirán las máquinas empleo? ¿Cómo va a cambiar el mundo del trabajo?


Volumen de empleo


Según la OCDE, el 21% de los trabajos en España son automatizables (susceptibles de hacerse por una máquina)

Pero el alto riesgo de automatización del empleo no es sinónimo de menos empleo en el futuro. Históricamente no ha sido así. Las máquinas hacían el trabajo de los hombres, pero aumentaban la producción y se generaban otros puestos de trabajo. Eso sí, la jornada laboral ha caído mucho: de más de 60 o 70 horas semanales en la segunda mitad del s. XIX a menos de 40.
En el Reino Unido, por ejemplo, al mismo tiempo que se desarrollaban las máquinas textiles y la máquina de vapor en el siglo XIX, el número de empleos no dejó de crecer: de 4,8 millones de empleados en 1801 a 16,7 millones un siglo después. Y, por cierto, el número de ocupados en la agricultura ca yó poco en ese tiempo: de 1,7 millones a 1,5 millones, sí que lo hizo el peso de su mano de obra en la economía británica, del 36% al 8,7%.

Cada año se generan más o menos, 30 millones de empleos netos en el mundo, mientras las ventas de robots aumentan en todo el mundo a un ritmo muy alto: los 400.000 que se instalaron en 2018 suponían un aumento del 30% sobre 2016 y para 2022 estiman 584.000 unidades.


Perfiles profesionales


En cambio, las tareas sí se verán afectadas y habrá trabajadores que no podrán adaptarse.

La Revolución Industrial tuvo como primeras víctimas en los  siglos XVIII y XIX a las mujeres británicas que hilaban a mano y a las que lo hacían en la India, entonces una gran potencia textil.
La digitalización está conduciendo hacia una polarización. Los trabajos de cualificación media están siendo computerizados, mientras la digitalización aumenta la productividad de muchos trabajos altamente cualificados y [hay] poco cualificados que sobreviven porque no pueden ser automatizados ni tienen grandes beneficios de las nuevas tecnologías.




 La ley de Moore apunta que la capacidad de las computadoras se duplica cada dos años y, con ellas, crecen sus posibilidades, lo que pueden hacer. Para responder a esos cambios constantes, la formación y el reciclaje continuo son defendidos como los elementos clave para lograr un buen empleo.


Fuente: ElPaís