Mientras los empresarios creen que otra subida del SMI pondría en jaque la supervivencia de muchos negocios, los trabajadores exigen al Gobierno que mantenga la progresión.
“Por muy pequeña que fuera esa subida me permitiría vivir mucho más dignamente”, reconoce David (nombre ficticio), que trabaja desde hace dos años en un estudio de diseño 3D de Madrid, donde cobra los 950 euros repartidos en 14 pagas que determina la configuración actual del SMI.
A sus 28 años, David comparte un piso que pertenece a sus padres, a los que les paga un alquiler que se lleva un tercio de su salario. Asegura que si ganase más “consumiría más”, y se podría plantear la vida “de una forma diferente”.
Pedro Barato, presidente de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja), y dueño de una explotación agrícola y ganadera: “No es que no seamos partidarios de la subida del salario mínimo, es que hemos tenido unas subidas en los últimos tres años de más del 33%, y encima la situación que está atravesando el sector agrario en cuanto a la rentabilidad en estos momentos no es la mejor”.
El trabajo autónomo requiere que se impulse el consumo de manera urgente. Es vital que los pequeños negocios incrementen su facturación y solo conseguiremos incentivarlo si crece la capacidad de consumo de los más de 2.000.000 de trabajadores que tienen salarios más bajos.
Disgregando el salario mínimo en 12 pagas —como se contabiliza en el resto de países—, España, con 1.108 euros, se coloca en el decimotercer escalón mundial, por detrás de Estados Unidos (1.118 euros); Japón (1.213 euros); Israel (1.233 euros); Coreal del Sur (1.365 euros); Canadá (1.479 euros); Francia (1.539 euros); Reino Unido (1.583 euros); Alemania (1.584 euros); Bélgica (1.625 euros); Países Bajos (1.680 euros); Irlanda (1.706 euros) y Luxemburgo (2.142 euros).
Fuente: ElPaís